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Foto: C. rios. banner: cci  05/04/14

La memoria estudiantil no se disuelve

por Candelaria Ríos Indacochea

Publicado: 2014-04-07

“El 5 de abril no hubo desaparecidos”, sentencia un señor ufanándose de sus cuatro décadas frente a dos jóvenes que observaban un letrero denunciando las violaciones a los derechos humanos durante el fujimorato. El 5 de abril peruano no fue un día sangriento al estilo del 11 de setiembre chileno o el 24 de marzo argentino. La comunidad internacional ya estaba advertida, y la pareja Montesinos-Fujimori procuraron guardar las apariencias, por lo que lo que solamente hubo secuestros y amedrentamientos a políticos y periodistas de oposición. Si algo se le ha de reconocer a esta nefasta dupla, es que pensaron muy bien cómo acallar las posibles protestas, neutralizando a cada sector que pudiera levantarse: adversarios políticos (especialmente la izquierda), sindicatos, periodistas y el estudiantado. 

El día del autogolpe se cerraron los locales universitarios con tanquetas, suspendiéndose las labores hasta el 8 de abril en que se retiraron los militares apostados en algunas universidades. De esa manera no solo se frustró una coordinación y respuesta estudiantil inmediata, sino que se generó un clima de temor e incertidumbre.

En el décimo segundo año del conflicto armado interno, ser universitario, especialmente de una entidad pública, era sinónimo de terrorista para las fuerzas armadas y policiales. “Si detienen tu bus no muestres tu carnet” era una recomendación recurrente entre estudiantes y sus familiares. Sabías por tanto, que solo por ser estudiante te podían detener y hasta desaparecer. Ciertamente el domingo 5 de abril de 1992 no desapareció ningún estudiante, venían desapareciendo ya desde antes, en la Universidad de Huamanga, en la del Centro, en la San Marcos, y también en la Católica, fue un 21 de octubre de 1990 el último día que vieron a Ernesto Castillo.

En universidades como San Marcos y Cantuta, la presencia militar era permanente, por lo que es imposible que hubiera ingresado el escuadrón de la muerte “Colina” sin que estos estuvieran enterados. A inicios de julio había visitado dicha universidad Alberto Fujimori en pleno régimen dictatorial, recibiendo las pifias y rechazo de los estudiantes. Como no podía permitir que los universitarios levantaran la cabeza es que se secuestró, asesinó y desapareció a 09 estudiantes y un profesor de la Universidad Nacional de Educación, La Cantuta. No encontraron mejor excusa para justificar su crimen que culparlos del atentado en la calle Tarata del 17 de julio. De ese modo nunca buscaron ni sancionaron a los verdaderos responsables de las muertes en Miraflores, y siguieron sembrando el miedo en la juventud, por naturaleza la reserva moral de toda sociedad.

El 30 de octubre de 1992 se instaló la primera Comisión Reorganizadora (CORE) en la Villarreal, teniendo como pretexto la corrupción durante el primer gobierno aprista, y se destacaba su carácter temporal de un mes. La razón de fondo es que Fujimori necesitaba tener un control directo sobre las universidades nacionales para que no emergieran protestas frente al régimen dictatorial recién instaurado, por ello no solo la CORE fue renovando su vigencia al infinitum, sino que extendió el modelo a otras universidades nacionales, ya no con el supuesto de la corrupción sino del terrorismo, nótese que Abimael ya había sido capturado en septiembre de ese año.

Fujimori designaba los rectores y estos a los decanos a través de las CORE, suprimiendo la autonomía y el autogobierno por el que se había luchado en los setentas y que dio a luz la Ley Universitaria 23733, a la que también modificó a su antojo a través de sus congresistas adictos y tránsfugas. En los gobiernos de las CORE, el estudiante al matricularse debía muchas veces firmar un compromiso de no participar en manifestaciones políticas y protestas.

Algún jurista diría que la dictadura acabó con la dación de la Constitución de 1993, pero lo cierto es que continuábamos con un régimen de terror, así Keneth Anzualdo por querer investigar lo sucedido con su compañero de la U. del Callao Martín Roca, fue asesinado y desaparecido el 16 de diciembre de ese año, mientras su universidad seguía intervenida.

La memoria estudiantil debe reivindicar también el 05 de junio de 1997, en que tras un largo silencio, se dio una importante movilización, liderada en parte por las particulares, para protestar contra la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional. Para ese entonces Fujimori había logrado reelegirse a través de su írrita Constitución, y quería su tercera reelección, lo que contravenía incluso la Carta Magna de 1993. 

El año siguiente más marchas, resaltamos las del 04 y el 11 de junio, y las movilizaciones no cesaron hasta que el 2000 se logró acabar con el régimen fujimorista que había conquistado una fraudulenta re-reelección. Aquellos años no fueron fáciles, las detenciones por terrorismo se incrementaron entre 1993 y 1998 con llamadas anónimas y la ley del arrepentimiento, además el secuestro emerretista a la casa del embajador de Japón a fines de 1996.

Recordamos el 14 de setiembre del 2000 por la difusión de los vladivideos, que forzaron a Fujimori anunciar elecciones anticipadas. En ese tiempo, las CORE seguían en 5 universidades del país: San Marcos, UNI, San Luis Gonzaga, la del Centro, Callao y Villarreal. Era lunes 30 de octubre, se cumplían 8 años de intervención en Villarreal y se desarrolló una protesta en dos locales que culminó en la toma de los mismos. El jueves de dicha semana se organizó una marcha con San Marcos (para esto habían tomado allí algunas facultades), la UNI y la del Callao hacia el Congreso, donde finalmente se dio la Ley que derogaba las Comisiones Reorganizadoras y reinstauraba la plena vigencia del texto original de la Ley Universitaria 23733.

Aún falta mucho por reconstruir sobre la historia de la UNI, UNE, UNMSM, las universidades de Ayacucho, Junín, Pasco, Huancavelica, Cusco, Apurímac… por mencionar algunas, varias de ellas con casos recogidos por el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, pero no judicializados. También nos falta aprender sobre la organización que se logró en esos tiempos pese a la adversidad y que hoy no se logra. Por eso sobre todo, nos falta de esos años la convicción y el valor para derrotar la indiferencia y el terror.


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LA TOMA - la revista universitaria del Perú. Esta es una iniciativa de comunicación alternativa sobre política, educación y cultura.


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